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¿Qué decir sobre Nisman cuando ya se ha dicho (casi) todo?

Puntos destacados de la historia
  • Documental
  • Nisman
  • Política Argentina

Como si se tratara de una cinta extraída de la filmografía de Christopher Nolan o de David Fincher, el documental que reconstruye la trayectoria política y posterior muerte del fiscal más conocido de la historia argentina, nos guía por un complejo laberinto de intrigas que involucran a organismos internacionales, servicios de inteligencia y hasta al mismísimo poder ejecutivo de la Nación.

La obra, llevada a cabo por el director Justin Webster, cuenta, por lo tanto, no sólo con una fotografía y una edición impecables y modernas, sino también con un guión sofisticado cuyo principal recurso es el del “plot twist” (o giro de la trama), el cual hace que el film mantenga un ritmo atractivo, y previene que la serie caiga en la monotonía, producto de relatar sucesos muy extensos y complicados.

La producción en sí es una esmerada recopilación de documentos, en algunos casos inéditos y valiosos como la entrevista a Héctor Timerman, que hilados, constituyen una reconstrucción bastante fidedigna, aunque algo desordenada, de los hechos acaecidos desde el 18 de julio de 1994, día del atentado a la AMIA, hasta la actualidad, con foco en los últimos cinco años, y principalmente en enero de 2015, mes en el que fue hallado muerto Nisman.

Con respecto a la posición política planteada por el cineasta, esta es bastante neutral, ya que los episodios cuentan con testimonios variados, tanto de quienes apoyan la versión del homicidio (como la ex titular de la OA Laura Alonso o la ex esposa del fiscal Sandra Arroyo Salgado), como de quienes sostienen la hipótesis del suicidio (tal como la fiscal Viviana Fein o Diego Lagomarsino, dueño del arma que daría muerte al funcionario).

En relación al desarrollo y contenido final de la serie, la opinión que puede elaborarse luego de finalizar los seis capítulos, sin duda es crítica e incluso antipática. A continuación se detallan algunos de sus aspectos centrales:

  • El caso AMIA sigue casi en el mismo punto de inicio que en 1994: a pesar de la participación en la investigación de la Justicia argentina, la ex SIDE, la CIA, el FBI, y quién sabe cuántos más organismos, se desconocen a todos los autores intelectuales y materiales del hecho y las causas del mismo.
  • ¿Cuál fue la contribución efectiva del trabajo de Nisman en el avance del caso AMIA? Prácticamente ninguna. Lo único que el fiscal pudo comprobar sin lugar a dudas, fue que el coche bomba que produjo la explosión en la sede era una Renault Trafic blanca, pero nunca pudo determinar quién era el conductor ni quien dio la orden de que se produzca el siniestro.

Además de esta pronunciada ineficiencia en su labor como investigador (no hay que olvidar que trabajó en la causa desde 1997 hasta su deceso en 2015, es decir, 18 años), también puede inferirse una marcada incompetencia, ya que cabe mencionar que no sólo fue una supuesta víctima de los engaños de sus colegas Mullen y Barbaccia, acusados de encubrimiento, en 2004, sino que también fue manipulado de manera sistemática desde aquel momento hasta semanas antes de su muerte por la ex SIDE, y principalmente por uno de los personajes más siniestros de los servicios de inteligencia del país: Jaime Stiuso (quien también es entrevistado extensamente).

  • ¿Qué puede concluirse con respecto a su muerte luego de todas las pericias realizadas? A pesar de las pericias realizadas por Gendarmería y por peritos afines a Cambiemos, todas las pruebas que poseen un sustento técnico y científico apuntan a que fue un suicidio: la disposición de las partículas de sangre por toda la escena, los rastros de pólvora (no así de fulminante), la posición del cuerpo, el hecho de que el cadáver trabara la puerta del baño y que la entrada del departamento estuviera cerrada por dentro reafirman la hipótesis más simple y a la vez la más certera, es decir, que Nisman se quitó la vida, lo que indicaría, en consecuencia, que la tesis que sostiene un presunto homicidio sólo estaría dirigida a perjudicar a Cristina Fernández de Kirchner y a sectores cercanos a ella.

La conclusión o recomendación más acertada entonces a la hora de apreciar este documental, ¿cuál sería? Probablemente intentar analizarlo con los ojos y la mente de un cinéfilo. Si, así es, aunque suene irreverente, sería una manera menos opresiva y rigurosa de obtener una mirada no tan prejuiciosa y obtusa sobre un caso tan polémico y lleno de manipulaciones judiciales, políticas y mediáticas como este.

Para quienes vieron “The Prestige” (El gran truco) de Nolan, probablemente les sea más simple comprender la estructura del documental, y tal vez, los puntos más oscuros del caso. Quienes no la conocen, permítanle al film orientarlos: puede ser un buen preludio para partir hacia terrenos más escarpados.

Autor: Martina Herreros

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