Movilizaciones en Francia al grito de “Todo el mundo odia a la policía”

Hace dos semanas, el mundo entero supo de George Floyd, un afrodescendiente de 46 años que fue asesinado por la policía de Minneapolis en plena vía pública. Indignados, los vecinos que presenciaron el operativo filmaron la secuencia y, en pocas horas, el video se viralizó globalmente. Todos vieron la rodilla del policía blanco Derek Chauvin asfixiar durante nueve minutos a Floyd.
Esto fogoneo multitudinarios repudios en Estados Unidos y otros países del mundo, que se hicieron eco de las protestas. Particularmente en Francia, las imágenes de Floyd echaron más leña al fuego: Adama Traoré, la insurgencia en los banlieu (villas), el hambre y las políticas anti masas de Macron despertaron una nueva oleada de manifestaciones que denuncian los abusos policiales y la creciente tasa delictiva de crímenes racistas y xenófobos. En definitiva, George Floyd es el espejo en que se mira Francia.
Este sábado 6, a pesar de la prohibición a marchar, centenares de miles se movilizaron en París, Nanterre, Marsella, Lyon y Burdeos para pedir esclarecimiento por la muerte de Adama Traoré. En 2016, Adama fue detenido por portación de rostro luego de una brutal intervención policial en su barrio. A las tres horas, sin explicación alguna, su cuerpo apareció muerto en un hospital. El último informe judicial dice que murió por problemas cardíacos. La familia, que tuvo acceso a informes independientes, sostiene que los gendarmes le asfixiaron.
Lo cierto es que Traoré es uno de tantos. Las denuncias contra la violencia policial aumentaron un 29% en 2019, alrededor del 15% corresponden a denuncias contra violencia racial (RFI, 8/6). Según varios relevamientos de organizaciones sociales, entre los años 2012 y 2017, el 82% de la juventud afrodescendiente declaró haber sido maltratada en algún momento por la policía; en contraste, el mismo relevamiento en la juventud blanca recogió un 16%. A la par de estas cifras se evidencia un aumento en los actos racistas y xenófobos en un 130% durante 2019 (El Mundo, 26/1). En 2013, el sociólogo Didier Fassin realizó una investigación en las prisiones francesas y concluyó que “los negros y árabes representan dos tercios de los detenidos, e incluso más de tres cuartos de los menores de 30 años”.
“Lo que ocurre en Estados Unidos, es lo mismo que ocurre en Francia” denunció la hermana de Traoré. Y la derecha conservadora no se demoró en salirle al cruce. El diputado Eric Ciotti (perteneciente al partido “Los Republicanos”, de la misma corriente ideológica del Vox en España) propuso sancionar una ley que multe en 15.000 euros a aquellas personas que difunden contenido audiovisual sobre policías y militares, arguyendo que, en realidad, se está caldeando “una tergiversación de los hechos, con alto contenido ideológico, para denigrar a las fuerzas de seguridad”. Los seguidores de Ciotti desfilaron por todos los medios de comunicación franceses para refutar la violencia institucional y sus comparaciones con Estados Unidos, inclusive se animaron a utilizar argumentos del estilo “Aquí es distinto; la policía no mata como en EEUU, en todo caso solo golpea”.

Actualmente, dos policías están siendo investigados por arrestar a un hombre en medio de insultos racistas. Los hechos ocurrieron en Île -Saint Denis, en el departamento de Sena-Saint Denis, el más pobre de la Francia metropolitana y uno de los más afectados por la pandemia de la Covid-19 (La Vanguardia, 28/4). El país entero sigue esto de cerca. A veinte días de la segunda vuelta de elecciones municipales, un mínimo traspié de los candidatos puede cambiarlo todo. El partido de Macron, como su figura, van en picada libre. En la contienda “derecha contra derecha” de su histórico bastión, Perpiñán quedó a manos de Louis Aliot y desplazó al candidato de Marine Le Pen, que hace unas horas reivindicó públicamente a De Gaulle. En un rol marginal, el partido de Los Verdes emergió en varios municipios, con protagonismo solo en Lyon. Aunque los candidatos hagan silencio sobre las movilizaciones, es claro que el movimiento marca la agenda política. Su actitud y posturas le valdrán el destierro o la obtención del voto.