Con el espejo de Ucrania, Georgia define su nexo con Rusia y Occidente

La guerra en Ucrania impulsó a Georgia, otra exrepública soviética con dos territorios prorrusos que también estuvo en guerra con Rusia, a acercarse aún más a Occidente al reflotar los pedidos para ingresar a la OTAN y la Unión Europea (UE) y redefinir el “proceso de normalización” por el que estabilizó las relaciones con el Kremlin.

Al mismo tiempo el reciente conflicto bélico motivó que una de estas regiones separatistas acelerara un referendo para anexarse a Moscú, previsto para julio y con muchas dudas en su concreción.

Ubicada en el Cáucaso y rodeada de dos grandes potencias en la región como Rusia y Turquía, Georgia consiguió su independencia en 1991 con la caída de la URSS, en un desmembramiento que revivió tensiones con las regiones de Osetia del Sur y Abjasia, que se opusieron a formar parte del nuevo Estado soberano.

Estos territorios contaron en 2008 con la ayuda del Kremlin (con Vladimir Putin entonces como primer ministro) para librar una breve pero sangrienta guerra que definió el estatus actual de la situación:

Osetia del Sur y Abjasia se autoproclamaron repúblicas, no reconocidas por la comunidad internacional ni por Georgia, que inició un “proceso de normalización” con Rusia para mantener buenas relaciones con su poderoso vecino.

Meses antes del conflicto bélico, tanto Georgia como Ucrania contaron con el beneplácito de la OTAN para analizar sus posibles ingresos, algo que no avanzó en estos años pero que podría tomar un nuevo impulso con la invasión iniciada por Moscú el 24 de febrero pasado y la apertura de la alianza militar a sumar rápidamente entre sus filas a Suecia y Finlandia.

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