ArgentinaCiencia y Tecnología

Estudiantes argentinos entre los 10 mejores del mundo diseñando satélites

Un grupo de jóvenes argentinos logró posicionarse entre los 10 mejores equipos del mundo en una competencia internacional, auspiciada por la NASA.

Para la misma tuvieron que diseñar, construir y lanzar su propio satélite.

Los estudiantes de carreras de ingeniería, del Instituto Tecnológico Buenos Aires (ITBA), obtuvieron el noveno lugar entre cuarenta representantes de instituciones educativas de todo el planeta en el certamen “CanSat Competition” de la NASA y la empresa Lockheed Martin.

La división argentina fue integrada por María Candelaria Ruiz Casas (Ing. Electrónica), Franco Nicolás Estevez (Ing. Informática), Jorge Pedro Torres (Ing. Mecánica), Juan Bautista Valero (Ing. Mecánica), Malena Vásquez Currie (Ing. Informática), Manuel Luque Meijide (Ing. Informática), Matías Calamaro (Ing. Mecánica), Tamara Raquel Canillas (Ing. Química), Tomás Donadu (Bioingeniería) y Tomislav Marko Separovic (Ing. Mecánica).

“Estamos muy contentos, ya que es el resultado de un proceso que comenzó hace dos años cuando quisimos participar por primera vez del concurso, donde, si bien llegamos a la final, por las condiciones epidemiológicas no pudimos viajar. En esta oportunidad, pudimos aprovechar esta experiencia al máximo y representar favorablemente al ITBA y la Argentina”, destacaron los chicos en diálogo con medios locales.

El jurado, que estaba compuesto por expertos de la industria, debía evaluarlos según un conjunto de criterios que se basaban principalmente en comprobar que su invención pudiera completar el vuelo de forma satisfactoria a 700 metros de altura, desplegando dos paracaídas independientes, y transmitiendo datos en vivo a una estación de control en tierra. Además, se debía desplegar un satélite secundario que grabara el descenso a velocidad controlada.

Según el detalle de la información presentada, la creación de los alumnos del ITBA consistió en una estructura rígida de varillas de fibra de carbono que soportaron los alojamientos para los sensores y actuadores tanto del módulo principal como del desplegable, que fueron impresos en 3D.

Por otra parte, los componentes electrónicos como sensores de presión, temperatura, magnetómetros, entre otros, integraron el sistema de control encargado de regular el descenso, el despliegue de los paracaídas y estabilizar el giro del módulo desplegado, mientras enviaban la información recopilada por radio a una central de operaciones instalada en tierra.

Para llegar hasta esta instancia, los alumnos ya habían superado otra etapa donde fueron seleccionados entre más de 100 equipos. Gracias a esto tuvieron la posibilidad de viajar a Estados Unidos, a la Universidad Virginia Tech, para ser evaluados por profesionales.

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