Sociedad

La policia macrista golpeó y detuvo ilegalmente a dos jóvenes trabajadores de Aerolíneas Argentinas

La Izquierda Diario publica el relato de Alan Juárez sobre la golpiza y detención ilegal que sufrió el día sábado junto a Nicolás Romero, ambos jóvenes trabajadores de Aerolíneas Argentinas, por parte de la Policía de la Ciudad.

El día viernes 11/08 por la noche como tantos jóvenes fuimos a bailar a un local de Flores en la calle Rivadavia, al mismo boliche que voy desde hace años, uno de los pocos donde se puede escuchar y ver bandas de rock en la capital.

Lo que nunca pensé fue que al salir del mismo la realidad que lamentablemente le toca vivir a miles de pibes todos los días me iba a pegar de lleno en la cara. Literalmente nos pegaron de lleno en la cara las botas de la maldita Policía de la Ciudad, esa que Larreta te vende como moderna y transparente y que no son más que las mismas botas que desaparecieron a Luciano arruga, a Santiago Maldonado, a Julio López y a tantos otros desaparecidos en democracia por esta maldita institución.

Esa que liberó la zona para que asesinaran a Mariano Ferreyra, la misma que hace menos de un mes me reprimió cuando apoyábamos, junto a mis compañeros, a los trabajadores de PepsiCo que luchan por su reincorporación.

Una y otra vez esas botas rebotaban en mi cara sin mediar palabra.

Luego vino la detención, entre amenazas e insultos. «Ahora te vamos a educar» decía uno. «Estos aprenden así, nomás», decía el otro. Nos subieron al patrullero con rumbo incierto y en mi cabeza se repetían una y otra vez los nombres de Santiago y Luciano.

¿Me tocará a mí?, pensaba. Primero paramos en la Comisaría 40, se me heló la sangre, los mismos verdugos que me dejaron la cara inflada como un globo me iban a tener a su merced toda la noche. Luego de un momento a otro, me vuelven a llevar al lugar del hecho y sin ninguna explicación nos trasladan a la central de Gendarmería en Retiro.


Por suerte a pesar del miedo, mientras estuve solo en el patrullero con los ganchos puestos, pude sacar el celular y llamar a mi compañera, quien atendió rápidamente y logré decirle: «Estoy detenido en Rivadavia, todo golpeado, vení ya». Logré antes del traslado llamar a los abogados del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), miembros del PTS, partido en el que milito.

Llegamos a la Gendarmería, nos metieron en la celda, los guardias se jactaban una y otra vez que era la celda donde estuvo Pérez Corradi. ¿Qué hacia yo en la misma celda donde estuvo uno de los mayores traficantes de efedrina de la Argentina?, ¿cuál era mi delito? No había respuestas.

La respuesta llegó, pero por parte de mis compañeros militantes del PTS y amigos que hicieron largas guardias en la puerta pidiendo nuestra liberación y cuidando nuestra integridad física. La compañera Alejandrina Barry (hija de desaparecidos) quien desde el primer momento estuvo en la puerta del edificio de Gendarmería, junto a los abogados Carlos “Charly” Platkowski y Lilen Reyes (CeProDH), lograron pasarme ropa seca y que me hagan una tomografía computada, por la cantidad de chichones que tenía en mi cabeza.

Llego al hospital Rivadavia trasladado en un camión de Gendarmería, esos que nos tiene acostumbrados este Gobierno en las represiones. Y en la puerta veo a familiares y amigos, a mis compañeros del Despegue (agrupación de trabajadores a la que pertenezco por ser trabajador de Aerolíneas Argentinas). Me hacen la tomografía y el médico que la ve me dice: “Quédate tranquilo compañero que todo va a estar bien, tu salud está bien», hablé con Lucho (Luciano Corradi, delegado tercerizados Aerolíneas Argentinas/GPS, NdR) en la puerta y se encargaron de sacar un habeas corpus, «Myriam (Bregman, NdR), Liliana Mazea y Natalia (González Seligra, NdR) se están encargando”, me dijo. Me emocioné hasta las lágrimas, estaba incomunicado pero los compañeros no solo contenían a mi familia si no que buscaban la forma de contenerme a mí! Vaya que lo lograron a pesar de la injusticia que estaba viviendo. Luego vino el traslado a los tribunales y el típico verdugueo de los penitenciarios a los que escuché decir “A este no lo toqués que te denuncia. Vamos a votar, votemos a Del Caño” decían entre carcajadas. A los pocas horas el juez pide mi inmediata liberación por falta de mérito y sí ¿qué mérito iba a tener cuando recién ahí me entero que estaba detenido por resistencia a la autoridad y tenía la cara reventada? Como ninguno de la decena de presos con los que compartimos el hacinamiento esa noche en Tribunales.

Nuestro delito fue discutir de política con un desconocido en la calle un día antes de las elecciones y no agachar la cabeza ante las botas que nos quieren callar. Esa bota que me marcaron en la frente pero que no aplastó mis ideas y convicciones.


Hoy no paro de pensar en los miles de pibes que pasan por lo mismo sin una organización que los respalde como el PTS lo hizo conmigo. Para que este hecho no quede impune y batallar contra el incremento de casos de este tipo vamos a denunciar, junto al abogado del CeProDH Carlos Platkowski, a los policías que nos golpearon salvajemente.

No paro de pensar dónde estará Santiago y cómo está sufriendo su familia, así como sufrió la mía. Paré de pensar y accioné el mismo día que me liberaron. Fui a pelear los votos de Frente de Izquierda con la jeta rota y con la moral bien arriba de saber que estoy donde tengo que estar y que nuestros diputados y compañeros están donde tienen que estar.

  • Alan Juárez

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